Palencia, ciudad comprometida con su población con sus necesidades e inquietudes, está sufriendo un cambio en su composición que, a pesar de no ser radical, no por ello deja de ser significativo. Una de las causas de este cambio es la existencia de un número significativo de ciudadanos/as pertenecientes a la minoría étnica gitana, y otro el aumento de la inmigración.
Ante esta realidad, también es evidente que cada vez cobra mayor fuerza en nuestras sociedades la presencia de una ideología y de determinadas actitudes relacionadas con el racismo o la xenofobia que pueden dar lugar, en ocasiones, a choques culturales cada vez más explícitos, como apunta Rosa Cobo Bedía en su artículo: “Ellas y nosotras en el diálogo intercultural”
“Lo cierto es que no puede soslayarse la existencia empíricamente verificable de choques culturales cada vez más explícitos no sólo en España o en Europa sino también en otras muchas zonas del planeta. Aulas, barrios, pueblos, ciudades y, por supuesto, otros muchos países del mundo son testigos de conflictos entre colectivos marcados por la cultura, la religión u otras variables sociales. Estos choques culturales no se alimentan sólo de la inmigración sino también de los nacionalismos y de otras realidades sociales, como la religión o la raza”.
La aceptación de que una cultura no es superior a otra debe enseñarse, debe educarse. Podríamos decir que la escuela y el aprendizaje en la familia son la clave, y este es el mejor modo de evitar los fanatismos de unos y otros.
Desde la Universidad Popular de Palencia abogamos por la diversidad, porque consideramos que la diversidad es una oportunidad para dar lugar a nuevos conocimientos, ayuda a la reflexión, facilita el despertar de la curiosidad, el replanteamiento de ideas y de nuevos conceptos, es una gran oportunidad para aprender de los demás.
La Universidad Popular, en tanto que espacio educativo, debe contribuir socialmente para que el valor de la diversidad se haga visible y para prevenir actitudes de rechazo o xenófobas; creemos que tiene que haber un compromiso claro con el respeto a las distintas manifestaciones culturales que contribuya a la minimización de conflictos o situaciones de mala convivencia.
Estamos ante una propuesta educativa que surge, por tanto, de los conflictos que se producen en las sociedades multiculturales y cuyo objetivo final es promover un encuentro entre diferentes colectivos, grupos étnicos, etc., en el que se produzca un intercambio en pie de igualdad, conservando la especificidad de cada uno, al tiempo que buscando el enriquecimiento mutuo.
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